martes, 11 de febrero de 2014

El juicio que humilló a Hitler

Hans Litten era un abogado anti-nazi y se unió a un grupo de jóvenes judíos, aprendió hebreo y mostró su simpatía por los desposeídos. Era muy radical con sus ideas políticas. Incluso sus amigos más cercanos decían que no era bueno con la gente. Sin embargo, fue la beligerancia y la inteligencia de Litten, lo que hizo que su interrogatorio a Hitler fuera una humillación para el dictador

El juicio se celebró en 1931, después de que cuatro miembros de las SA (grupo paramilitar del partido nazi) atacaran un local frecuentado por comunistas, donde hubo una veintena de herido. En el juicio Hitler fue acusado como dirigente del movimiento nazi y se le obligó a declarar fidelidad a la República de Weimar. Litten llamó a Hitler a declarar y durante más de tres horas desmonto sus argumentos políticos.

Al comienzo del interrogatorio, Hitler insistió en que estaba comprometido totalmente a cumplir la ley, pero empezó a perder los papeles, cuando Litten le preguntó:

- Si lo que usted afirma es cierto, ¿por qué ha venido acompañado por hombres armados?

- Esto es una locura, gritó Hitler.


Tras otra dura serie de preguntas, llegó el tiro de gracia.

- ¿Por qué el partido Nacionalsocialista, del que usted es su líder,  ha publicado un panfleto escrito por Joseph Goebbels, que promete que el movimiento iba a "hacer una revolución" y "enviar al parlamento al diablo" usando los "puños alemanes"?

- Esa afirmación no tiene ninguna evidencia que la soporte, contesto Hitler indignado.

Cuando Litten le preguntó cómo estas afirmaciones podían entenderse como un compromiso con la legalidad, Hitler empezó a "buscar compulsivamente una respuesta", según los periódicos de entonces.

El meticuloso y cuidadoso interrogatorio de Litten lo tenía todo para enfurecer a Hitler. Lo que volvió loco a Hitler es que alguien le expusiera las evidencias de una forma metódica, argumentada y calmada. Hitler odiaba el debate intelectual, prefería arengar a la masas y emplear un tono duro en sus discursos.

El juicio convirtió a Litten en una figura odiada por la prensa nazi, así que cuando Hitler creció en popularidad y aumentaban sus posibilidades de alcanzar el poder, los amigos de Litten le recomendaron que abandonara Alemania, pero éste se negó. Cuando en 1933 los nazis subieron al poder, tras el incendio del Reichstag, Litten fue uno de los primeros en ser detenido.

Durante los siguientes cinco años, pasó por varios campos de concentración, como Sonnenburg, Dachau y Buchenwald, donde tuvo un trato brutal. En febrero de 1938, no pudo soportarlo más y se suicidó ahorcándose en su celda. Tenía 34 años.

1951 se colocó una placa en Berlín dedicada al valiente abogado y la Asociación de Abogados de Berlín decidió llamarse Asociación Hans Litten tras de la reunificación alemana. Sin embargo, aún hoy su nombre es apenas conocido.

Para saber más:
BBC
Wikipedia

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